El hacker de la camiseta negra con el lema «there’s no place like 127.0.0.1» estaba seguro: tenía un problema grave de seguridad. Se dio cuenta cuando la chica de la camiseta con franjas de colores, ocho para ser exactos, le pidió su llave digital en el encuentro de intercambio de claves que cerró las jornadas de software libre. Vio el color de sus ojos antes que los ocho colores de la camiseta. Eran tan oscuros que las pupilas casi no podían distinguirse, las buscó porque era un curioso con pedigrí. Sólo fueron un par de segundos, hasta que se dio cuenta que ella también le miraba fijamente, con ternura, y turbado retiró la mirada. El hacker de la camiseta negra nunca hubiese osado a mirarle los ojos para impresionarla, no había suficiente confianza y era tímido. Pero había pasado casualmente, el impresionado era él y sabía que pronto se enfrentaría a un a un grave problema de seguridad. Regresó, sin demasiada fortuna, al tema de la llave digital. – ¿Quieres ver mi DNI pa...